La introducción de nuevos instrumentos
educativos de aprendizaje y/o evaluación como en nuestro caso es el portafolio
electrónico será siempre un elemento positivo a la hora de lograr los objetivos
que nos planteamos todos los profesores en nuestra labor diaria: que los
alumnos consigan los resultados académicos que se marcan y que sean autónomos
y reflexivos a la hora de aprender en la mayor medida posible (lo cual
es sinónimo, si se consigue satisfactoriamente, de un mayor grado en el gusto personal por
aprender).
La propia estructura de un portafolio
electrónico y la configuración de los elementos que lo integran (no sólo
materiales educativos, sino también las propias reflexiones y evaluaciones
sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje) hacen que sea un instrumento muy
válido para fomentar la autonomía en el trabajo y la evaluación sobre lo
realizado en el proceso. Sobre la autonomía, es el alumno el que de forma
reflexiva, se convierte en protagonista de su propio proceso de
aprendizaje, relegando en este sentido al profesor a un segundo plano,
al de coordinador del proceso. En cuanto a la evaluación, se consigue de alguna
manera que sea más justa, pues no todo queda marcado para que sea el profesor
el que juzgue sino que en un porcentaje importante será el alumno el que
determine cuáles fueron sus puntos débiles en el proceso y qué objetivos no se
consiguieron. Es una evaluación compartida, y esto lo
considero muy importante.
Sin embargo, la misma configuración de un
portafolio electrónico requiere mucho trabajo y esfuerzo, a la vez que tiempo.
El profesor será el coordinador, pero el alumno deberá mantenerlo actualizado
con los materiales que vaya generando el proceso de aprendizaje y sobre todo
con sus reflexiones sobre dicho proceso, que es lo que más le ocupará. Las
reflexiones sobre los aspectos débiles y mejoras proyectadas son importantes,
ya que marcan la base para futuros aprendizajes y cambios en el proceso cuando
se detecten carencias. En este sentido, pienso que uno de los puntos débiles
puede ser el motivar y orientar al alumnado a la elaboración de un trabajo duro y extenso (pero
importante) al que no están acostumbrados y que les robará mucho tiempo
(incluso pudiendo ocasionar rechazo al principio), pero que sin duda traerá su
recompensa cuando pueda observar de forma global y continuada en el tiempo
cuáles fueron las distintas etapas y aspectos de su aprendizaje analizados desde su propia
óptica.
De igual manera son importantes las
reflexiones referidas a retos futuros que ellos se plantean (retos para aprender nuevas cosas o para superar problemas). La coherencia en la elaboración de estos retos pienso que estaría íntimamente relacionado con la motivación que el alumno tiene sobre el tema estudiado y esto nos podría servir también a la hora de realizar la evaluación. Por ejemplo, en matemáticas, los alumnos pueden
plantear retos consistentes en buscar
aplicaciones de los conceptos a situaciones reales, buscar problemas de la
ciencia o técnica que se resuelvan utilizando las herramientas aprendidas,
etc.
Finalmente, resumir diciendo que las reflexiones
sobre el proceso de enseñanza que abarcan tanto análisis de errores, propuestas
de mejora, así como retos y acciones futuras pueden ser un indicativo de la
dedicación y profundidad con la que un alumno aborda un tema, sobre su manera
de aprender y de ver las cosas. También extraen ideas sobre el grado de autonomía y madurez del alumno. Es pues una manera de proyectar al exterior no
sólo lo que hace o un método determinado de trabajo, sino lo que puede llegar a
hacer o conseguir.
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